martes, 12 de julio de 2011

Una carta perdida o una pérdida de carta.



Esta madrugada fue como un sueño... como si años atrás una presencia en su cumpleaños estuviese viendo la luz del amanecer a mi lado. 
Me volví a dormir profundamente y sólo cuando la luz del sol se filtró por mis párpados me desperté. Y aquí sigo...
Mis ojos tropiezan de vez en cuando con algún recuerdo tuyo; con algo que tus manos han tocado o con algún adorno de tu presencia en las calles. 
No te añoro. Sin embargo a veces te pienso...
Agradezco tu paciencia para leer estas líneas que no pretenden nada, salvo hacerte saber el mejor de mis deseos HOY en tu cumpleaños y siempre. Entretanto hay algunas cosas en mi vida que rozan la desesperación y que es menester afrontarlas con tu paciencia. Me encuentro en una de esas buenas horas.

FELICIDADES.



miércoles, 6 de julio de 2011

Existencia... existencia... existencia.



Todo es aleatorio. Hasta la forma de morir y de ser enterrado vivo. La sangre no es más que una botella de agua vacía en la cual se vierten las espinas que salen de mis ojos.

La vida: un concepto aleatorio...

La Belleza escrita con mayúscula: un misterio impenetrable que mata a su entera disposición.

La soledad: verdad que nos envuelve en piel con la capacidad de camuflar para sobrevivir.

La música: posible bálsamo para romper el dolor de lo contingente.

Mis manos: dos ridículas armas que me abren paso en el terror del existir.

Mis ojos: dos cuencas vacías llenas de sangre.

Mi pecho: hogar o habitación donde se alberga la máquina de nimiedad. Futuro país del cáncer.

Corazón: "algo" que se dice vivo.

Boca: espacio donde se anidan las palabras ciertas o falsas; correctas e incorrectas.

... ante este catálogo de agravios y buenas intensiones, ¿Qué resta decir?

Unas palabras se asoman:

Es más fácil ser poeta 
que ser hombre.


lunes, 14 de febrero de 2011

De la amistad... y el tiempo.

   Hoy mis palabras tienen poco alcance. Decía José Blanco Regueira que el lenguaje siempre queda en deuda con la realidad por más que se le intente nombrar y renombrar.

1. Hay una frase ya muy hecha -por no decir coloquial- en la que muchas personas justifican o nombran la presencia de la ausencia de amigos. "¿Amigos? con los dedos contados de la mano... y sobran dedos".
2. A muchas de las personas que han puesto su confianza en mi y que han entrado a la sencilla vivienda que tengo, les consta que cosas materiales como una casa, auto, cuentas en el banco, viajes, ropa de marca, etc; no los tengo. Y no me quejo, así he decidido vivir. De ahí que me atrevo a decir que los libros; los cómics; las películas y los videojuegos son mi riqueza material.
3. Meditando detenidamente los dos puntos anteriores puedo decir sin pretender parecer arrogante que soy millonario. Dedos no me sobran para contar a mis amigos. ¡Me faltan manos para nombrarlos! Ellos son mi auténtica riqueza. En esta breve clasificación puedo afirmar sin temor a equivocarme que también entra el amor que me acompaña y que ha decidido compartir su corazón y soledad conmigo. S. Marlen Gracias por tu soledad y amor.
4. Si obligo a mi razón nombrar a cada uno de mis amigos tal vez algunos se vean traicionados con la memoria que a veces caprichosamente es selectiva y se escape nombrarlos. Por justicia y respeto en este punto no haré mención de cada uno de ellos.
5. Sólo mencionaré a uno por la ternura de la infancia y la trascendencia de la misma: Waldo Solano Trujillo. Mi amigo desde el Kinder y la Primaria; la historia de ésta amistad se hilvanó desde los juegos infantiles hasta las travesuras en las que no avisó a su mamá que iría a mi casa. Eramos dos pequeños cachorros que sólo les importaba jugar. El devenir propio de la vida en sociedad nos llevó por distintos caminos y como consecuencia vivimos con la presencia de nuestra ausencia... sin los juegos; las travesuras y los cambios propios de la adolescencia. No se diga de la vida sentimental ni profesional. Perdimos esa oportunidad y cualquier medio de comunicación para compartir esas experiencias. De esa separación física ya hace más de 25 años. Fue gracias a las llamadas redes sociales que nos "encontramos". La separación física sigue presente pero el espíritu de esa amistad está tan viva como la vez que jugando en la primaria se cayó (o lo tiré) y se raspó en la cabeza. Las cicatrices que llevamos nos hacen recordar que el pasado fue real.
6. Sirva estas palabras para refrendar mi promesa de algún día volver a vernos... físicamente. Antes que el tiempo terminé por devorarnos y sólo seamos recuerdo de una infancia lejana.


viernes, 11 de febrero de 2011

Tres deseos



"La música me sacaba de tiempo".

El perseguidor

Julio Cortázar


1.
Recorro las páginas de los diarios y leo una palabras que me embargan. Cuando muere un ser querido o alguien a quien se le estima su partida deja un sentimiento de oquedad. No olvido la forma de tocar su piano y sobre todo aquella vez que cuando viví en EE.UU., una noche de otoño prendí la T.V. para saber quiénes eran los invitados al programa que codirigía Eugenio Toussaint. Vi que eran Las víctimas del Dr. Cerebro que interpretaron “Suena el esqueleto”. Aún recuerdo la sintonía de las guitarras, el bajo, la batería, la voz, y que Eugenio y su piano les hizo un acompañamiento que aun rememoro. En ese momento se subió con el rock, en otro tiempo música de cámara o música folklórica. Colocó su listón alto para tocar, como buen jazzista que sabe convivir con las variaciones del clima.
De su estirpe quedan pocos. Pienso en Art Tatum, Thelonious Monk, Bill Evans o Keith Jarret. Como si sus manos hubieran nacido junto con el teclado del piano. Como si fuera el acompañante ideal que baila con su musa. Ese ritmo que me lleva a otros paisajes al escuchar Terroir con Eugenio Toussaint Trío. Y que se desliza por mis oídos, como gato a media noche.
2.
Cuando estuve en Nueva York, una de las cosas que no podía dejar de visitar era la librería Strand. Sabía de ella por Augusto Monterroso, que en su Tríptico, menciona lo extensa que es y la suerte que tuvo de haber encontrado The life of Laurence Sterne. Un libro raro, pues solo editaron 250 ejemplares. También hice caso a su recomendación y le dediqué toda una mañana para agotar (como diría Borges) los anaqueles del lugar. Mientras hojeaba las páginas de algunos libros, llegué a la sección de música y de ahí a la de jazz. Cierto que cada libro (u objeto) tiene su historia. Así que compré el libro Three Wishes: An Intimate Look at Jazz Greats. Es un libro con fotos de jazzistas y de los tres deseos que pedían: Miles Davis, John Coltrane, Joe Henderson Bill Evans o Louis Armstrong . Salí de la tienda con ganas de entrar a la primer cafetería y sentarme a leerlo. Pensé que iba a encontrar verdaderas perlas en las palabras de los jazzmen que tanto he disfrutado, pero no. Sus deseos eran monetarios o de escalar socialmente.
Los deseos más invaluables y llenos de amistad, preocupación y nostalgia lo pedían esos músicos que no pudieron brillar como lo hicieron otros. Cito algunos. Biily James: “That Art Blakey should live forever.”; Kermit Scotty Scott: “I wish I could get on a good recording date.” ; Toshiko Akiyoshi: “I want to be a pianist who can play everything in my mind. If I had this wish, I think two and three…I know they will come.”; Jothan Callins: “I wish I had met Clifford Brown in person.”; Hyler Jones: “Make T. Monk proud of me in all ways. That´s it ! That´s all!”; Bob Cransahw: “That Barry Harris would go to Chicago with us for two weeks!”

Deseos simples y que intentan conectar con el otro y alcanzar sus espiritualidad. Estos jazzmen que vivían al día, se encontraron así mismos desde la escasez. Pero queda para la posteridad el cuento El perseguidor de Julio Cortázar. No es solo un homenaje a Charly Parker, sino a todos esos jazzistas que eran artistas sin saberlo y que andaban de club en club por todo EE.UU., sobreviviendo para ganar algunos dólares y lo que quedaba en sus bolsillos era para pagar sus bills. Jazz, humo y whisky en primer plano: lo demás es silencio (dixit Monterroso) .

martes, 25 de enero de 2011

Distancia...


Ahí viví la alegría distancia, de aquel primer sentimiento.
Alberto Cortéz

¿Qué fue de los campos de fútbol atrás de la enorme vecindad que estaba frente a mi casa?
¿A dónde se fue la tienda de la señora "viejita" que siempre me daba mi "pilón" cada que iba por unos dulces y sonreía con su diente de oro?
¿Cuándo tomaron la decisión de cortar los árboles donde jugué y podía cortar jugosos y ricos higos?
¿Porqué los ríos han sido entubados y vestido de concreto?
¿Qué fue de esa banqueta donde se podía jugar "meta", 'tacón', trompo y balero?
¿A dónde se fue la tienda de don Pepé y sus 'futbolitos'?
¿Quién autorizó tirar las paredes donde dormí y viví con mi familia?
¿Cuándo cambió de color el kinder y la primaria donde tuve mis primeros juegos y alegrías?
¿Qué fue de mis amigos?
¿Qué fue de mi?

Son algunas preguntas que se quedan en mi ante la imagen de ese imponente cerro que milenariamente ha visto el desarrollo de ese barrio a sus faldas. Inexorable testigo del cambio y del azar.










sábado, 11 de diciembre de 2010

El invierno que va conmigo



"There is a light that never goes out"
The Smiths



1.
En el crepúsculo del domingo es cuando mejor me encuentro. No sabría decir de dónde viene este sentimiento. Pero escucho como las voces que llenan la calle se diluyen. Con la noche y el silencio me conozco de otra forma.
2.
Está por terminar este año y el ciclo termina ¿O empieza? Nunca he sabido dónde empieza una historia. Si cuando me subo al avión o al salir de casa. Decía Roland Barthes que todo principio es arbitrario. Y a menos de una semana de mi partida sé que comienza un ciclo. No porque termine el año, sino por las acciones, por lo que dejamos y aventuramos con ciertas situaciones o elecciones. Esta vez no será el frío intenso, y que tanto disfruto, sino los mares del sur con quienes pasaré el mes de diciembre y una parte de enero.
Pero la vida pasa y me voy con ella. La contemplo y la disfruto. Evito aquello de que “la vida es corta y aún así nos aburrimos”. O como diría el poeta yugoslavo Charles Simic , radicado en Nueva York, “el mundo es falso, cruel y bello…”. En cada momento busco la intensidad, como cuando converso en la semana con Víctor; cuando veo a Luis por skype (y a veces me siento de forma virtual en el Copper Rock Café que Luis visita incondicionalmente y que le he dicho que se parece a Claudio Magris donde le han puesto un secreter en el Café San Marcos, de Trieste. Solo le falta que le pongan un secreter a Luis); y con Uriel, cuando me llama de manera más imprevista y cuando él sabe por qué. A pesar de la distancia, siempre los llevo conmigo.
3.
Un recuerdo del primero de enero de este año. Después de una extrovertida despedida del año viejo y con los estragos que resultan debido a ello. Esta vez el frío calaba a mis huesos, mientras buscaba con mi compañera un café. Era el único abierto de la ciudad. De pronto, me sentí como en una película de Kristoffer Boe: Luis estaba sentado en una mesa, mientras leía un libro. No sabía si lo interrumpiría en su lectura, no me importó y me senté para compartir el mismo lugar: Todo empezó una noche antes, como en nuestros años mozos. Salimos empapados de Vodka y Stella Artois. Y como sucede en toda suposición, pensé que mi compañera con la que había viajado se encontraría mejor resguardándose del frío en casa. Mientras me sentía como huésped distinguido en el Jekyll´s Bar y los Bloody Mary anulaban mi memoria y el dueño, que es el mismo bartender, su vestimenta me llamaba la atención: sandalias, bermuda y camiseta de palmeras , mientras que afuera el clima estaba a -20°. Fue una noche extraña y de pronto me vi hablando español con una chica que venía de Montreal y que me dijo cuanto le gustaba el idioma de Cervantes. Hasta que la inercia de la noche hizo que me despidiera a la francesa, es decir, sin decir adiós (sans adieu).
Continuaba en el café con Luis y mi compañera, cuando de manera súbita apareció la mujer de Montreal. Ella me saludó con una sonrisa, mientras que yo solo levantaba la mano. Vi la cara de Luis que me dijo mucho de la situación en la que me encontraba. No sé como salí avante, pero lo hice. Seguimos en el café hasta que cerraron, mientras que al siguiente día me marcharía de Appleton , Wisconsin para ir a Champaign, Illinois, a visitar a Uriel y a su nena recién nacida.
Me despedía del lugar, como lo voy haciendo del año que acaba y que voy publicando mis líneas en este blog. Puesto que cuando viajo solo me acompaña mi moleskine, bolígrafo y un par de libros. No sé si sea la nostalgia de los tiempos, pero hay personas con las que me llevo gran parte de ellas y a otras, al igual de valiosas, les doy el portazo. Decía Pessoa “Porque siempre es de nosotros cuando nos despedimos al separarnos de alguien”. Siempre me despido de mí.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Del intelecto y otras preguntas

El complejo hecho de estar Yo escribiendo y Ustedes leyendo es posiblemente una presunción o un acto racional. Por ende esta dialéctica actividad puede tal vez pensarse como un producto o fruto de aquello que han llamado intelecto o inteligencia.
Las dos definiciones son distintas.
Intelecto: Algunos griegos lo llamaban como una facultad voluntaria y pensante, que trata de entender el orden del cosmos.
Inteligencia: Como el conjunto de funciones, que en conjunto determinan las experiencias de los sujetos; a llamarse: memoria, voluntad, sensibilidad y sentimientos.
Desde el orden psicológico definir y separar ambos términos ha sido un tanto ambicioso y tal vez desgastante. Ya que la psicología (en su mayoría) en su ejercicio de producción de saber se ha venido limitado por remitirlo Todo a la historia personal en términos de carencias o traumas.
Lo cierto es que en este breve ejercicio discursivo hemos tal vez empleado en mayor o menor grado los dos conceptos.
Somos el reflejo de nuestro intelecto y la proyección de nuestra inteligencia.
En nuestra vida cotidiana, ¿Qué somos más?
¿Intelectuales? o ¿Inteligentes?
¿Nuestros gobiernos e instituciones ven la diferencia?

El aroma de un café se asoma y escapa a estas preguntas.

domingo, 21 de noviembre de 2010

CINEMA PARADISO... el cine dentro del cine.


Somos muchos los que vemos nuestra vida como una película, con su trailer, pre-estreno y alfombra roja. Con uno o varios protagonistas; un personaje secundario; un narrador y una final no siempre feliz.

Son más de 20 años desde que Toto dejó su pueblo de Giancaldo. El recado de su madre informándole la muerte de Alfredo aparentemente no tiene ningún sentido e
impacto en él. Los recuerdos le asaltan íntimamente reviviendo cada uno de ellos como si nunca hubiera salido de su tierra.. y como si su corazón no hubiese dejado de amar.

Una historia del cine dentro del cine. El impacto del séptimo arte en la vida de los pueblos y la creación de imaginarios y leyendas.
Cabe destacar la excelente música del maestro Ennio Morricone y el tema de "amor" por parte de la hija del compositor.

Mientras reviso la banda sonora de mi vida con sus personajes... sorbo una taza con Café.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Segunda conversación: 'El fútbol y las letras'





¡Por fin! Una segunda conversación alrededor de dos de las grandes pasiones del mundo: el futbol y las letras.


Ojalá y sea de su agrado. Café para comentar.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Citas que me acompañan


Después de haber leído Un hombre que duerme de Georges Perec, ha resultado que sus palabras me acompañen en este día. Y ahora entiendo del por qué una columna se llama Café Perec.

"Tu buhardilla es la más bella de las islas desiertas, y París es un desierto que nadie a travesado nunca."

"Te queda todo por aprender, todo lo que no se aprende: la soledad, la indiferencia, la paciencia, el silencio."

"Hagas lo que hagas, vayas a donde vayas, todo eso que no ves no tiene importancia, todo lo que haces resulta en vano, todo lo que buscas es falso. Sólo existe la soledad, que tarde o temprano, cada vez , encuentra frente a ti, amistosa a lamentable; cada vez, permances solo, sin socorro, cara a ella, alterado o despavorido, desesperado o impaciente."

sábado, 30 de octubre de 2010

Todos Los Santos y el olvido




1.
Desde Henry James con Otra vuelta de tuerca (The turn of the screw), Pedro Páramo de Juan Rulfo o los ensayos reunidos en el libro Campo Santo de W. G. Sebald, no son narraciones o reflexiones del género fantástico, sino la memoria a los muertos, a quienes han pasado por este mundo.
Cuando escojo al azar alguna página de Pedro Páramo su lenguaje me atrapa, porque muestra ese registro lingüístico de diferentes regiones de México y que a la vez se muestra universal. En éste novela, a medida que uno avanza por ella, se da cuenta por la galería de espectros que retrata para la posteridad. Diría alguien, por los olvidados. Uno relee lo que causa placer y medida que se sumerge en el texto se da cuenta que cada personaje que transita en la novela es como si lo hubiera escuchado en Jalisco, Oaxaca o Guanajuato. Me doy cuenta que los personajes han vivido.
2.
La visión que se tiene sobre México cuando se conmemora el Día de Muertos es de un pueblo ritual. Aunque el ritual no lo continúen sus habitantes, llegan otras costumbres y generaciones de personas que buscan lo efímero. No hace falta mencionarlo. Pareciera que he vivido otras décadas cuando el culto a los difuntos se hacía con la tradición desde los tiempos de la noche. Incluso las canciones de Andrés Henestrosa o Demetrio López llevan consigo las leyendas de éste país, con todo y sus almas en pena.

En mi diario, leo las líneas que le dedico a todos los mercados que he visitado. Mi afición por ellos; desde la Boquería, el mercat de Barcelona, hasta los que conforman en otros países de Europa, en la periferia de sus ciudades. Incluso ese Tianguis que se coloca el día domingo en Chicago y que se conoce como La Garra, donde pareciera que uno se encuentra en México. Pero son algunos mercados de éste último país en donde me sorprende los olores, colores y sabores. Y en ésta época, la variedad y el ingenio de quien hace las calaveras y todo lo relacionado con el Día de Muertos.
Recuerdo los colores en cómo se visten los pueblos de Michoacán, Jalisco, Guanajuato y Oaxaca. El colorido del Cempaxúchitl, el olor a cera, la variedad de los diferentes platillos que se preparan en ese momento. En donde el sabor y la diversidad de su gastronomía perduran en los mercados. Es de un gran reconocimiento que ésta tradición haya soportado las tiranías de los siglos y que continúe, en menor medida, en la primera década del siglo XXI.

Busco en los recuerdos y veo que no existe otro país con una ofrenda como la que se coloca para el Primero y Segundo de noviembre. Para el culto: el recuerdo y el respeto por los difuntos. Sebald dijo que, “al dejar un presente sin memoria y ante un futuro que no podrá concebir ya la razón nadie, abandonaremos la vida por fin sin sentir la necesidad de permanecer al menos algún tiempo o de poder volver ocasionalmente”.
Lejos de toda melancolía por el costumbrismo, a donde quiera que vaya, ese recuerdo y respeto para los difuntos perdurará en mí, aunque: “los muertos sigan estando a nuestro alrededor, pero a veces creo que quizá desaparezcan pronto”.

lunes, 11 de octubre de 2010

Historia de un concierto




"Todo encuentro casual es una cita"

Jorge Luis Borges


1.
Se ha mencionado mucho acerca del legendario concierto de Keith Jarret en la ciudad de Colonia y que lleva como título Köln Konzert. Es un concierto que no solamente cambió la historia de la disquera que lo produjo, ECM, sino una forma de interpretar el jazz de manera distinta, aunque los puristas digan lo contrario. Lo empecé a escuchar durante mi estadía en EE. UU. y con mayor constancia a mi regreso a México. Siempre me ha dado fuerza solo de escucharlo. Encuentro la variación e improvisación que tiene como elemento principal el jazz. Cada vez que escucho el concierto es distinto.Es mi compañero de mis viajes.

2.
Durante mi etapa universitaria fueron poco los esfuerzos que tuve al estudiar el idioma alemán. Me enfrascaba más en los libros de Borges y Cortázar. Así que clausuré el aprendizaje con el alemán. Sin saberlo aún, en el transcurso de mi vida conocería a Rilke, Celan, Kafka, Broch, Musil, Walser, Sebald, Benjamin, Jünger... Todos ellos edificaron su obra en lengua alemana. Con el tiempo, esa necesidad que le nace a uno por saber qué dice el texto original me llevaría a estudiar nuevamente el idioma. Pero ahora de manera solitaria, sin profesor e imponiendo una rutina y constancia en ello. Dice Fabio Morábito al respecto: “no hay mejor modo de abordar el alemán que como una adicción…Esas largas listas, más odiadas que amadas, eran el cilicio que daba a mi aprendizaje un toque espiritual, casi heroico. Yo no las repasaba, las rezaba”. Cierto que existen personas que logran hablar más fácil el idioma que otras. De ahí que Borges mencionara la elección de éste idioma, aunque se perdiera “en la selva de las declinaciones”.

Dice el cineasta Jean Luc Godard que somos esclavos del azar y en una ocasión conocí a una persona en el Aeropuerto José Martí, en La Habana. Intercambiamos mínimas palabras, además de nuestro correo electrónico. No sabía que esa persona hablara español. Con el tiempo supe que vivía en Alemania, en la ciudad de Colonia. Las visitas fueron de ida y vuelta entre nuestros respectivos países. Mis viajes a Europa tenían como punto de llegada su aeropuerto o estación de trenes. Leía a la ciudad, mientras caminaba. La primera vez que estuve ahí me detuve algunos minutos al ver su catedral, en un invierno en el que estábamos a -15° centígrados, mientras las palabras me abandonaban en ese momento. El gusto por ese lugar fue acrecentándose y la ciudad se me aparecía en las imágenes, en autores que descubrí y que vivieron ahí; pero siempre aparece el nombre de Köln: es como si la ciudad no quisiera que la olvidara. Por poner un ejemplo, está en ese libro que descifra pasado, presente y futuro , y que se titula 2666 de Roberto Bolaño. Al igual, hace un par de meses mi amiga Érica, que reside en Barcelona, me envió una imagen de la fotógrafa Dorothea Lange y que se muestra en el Ludwig Museum, en Colonia. Y especialmente en un libro que me regaló mi padre que se traduciría al español como Alemania en imágenes. La portada del libro aparece el puente que une al Centro de Colonia (Altstad) con la periferia, y que fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial; pero aún era muy niño para saberlo.

La gente que he conocido en Colonia ha sido de lo más cordial. Con el tiempo tuve la oportunidad de trabajar por dos semanas en esa ciudad. Todo comenzó con el intento de estudiar el idioma y terminé éste verano por trabajar allá. En julio los universitarios muestran su agrado por sus breves semanas de calor. Hacen reuniones al aire libre y en los bares por la noche se cobra una segunda existencia. A la gente se le ve alegre cuando el verano llega e irritable al finalizar el extenso invierno. Me gusta salir por la tarde y noche siempre a sus bares o cafeterías. Subirme al tren y descubrir la puntualidad a la hora que se llega a cada estación. Caminar en el invierno en la ciudad me produce un placer único, a orillas del río Rin, mientras el aire golpea mi rostro, elijo un lugar, de los diversos que existen, para tomar un espresso. Escucho los diferentes idiomas de las personas y anoto en mi libreta las ideas o historias: en ese momento la imaginación está al límite.

Todo esto lo escribo mientras escucho Köln Konzert y los aplausos infinitos me sacuden de éste viaje mental y me pongo de pie para aplaudir.

lunes, 4 de octubre de 2010

Carta sin hojas para una mujer (reposteo)


Carta sin hojas para una mujer   (De un escrito de hace cinco años)

Esto de mirarte por horas y no tocarte no me está gustando. Este limbo frío y solitario en el que permanezco está acabando conmigo poco a poco y no sé que hacer. Estar en esta dimensión es peor que permanecer en una cárcel. Me siento como una nube encerrada en un mundo sin rejas, donde el ambiente es más liviano que el aire, pero que me provoca una angustia de piedras.
Soy un soplo helado cerca de ti, y aunque esté tan cerca y puedo ver tus hermosos ojos brillar, no consigo encontrar el calor de tu cuerpo. Pensándolo bien, concluyo que no estoy en el paraíso. -En el paraíso estuve sin saberlo-, cuando en tus pechos cálidos encontraba tu aroma azul, ese olor que se iba directo a mi alma pasando por los instintos más animales que poseía. Ahí, en tus senos, es en donde quisiera estar. Y no aquí. Tan cerca pero tan lejos como dicen algunos...
El estar aquí y que no me mires me parte el alma y experimento la sensación real de que no circule ahora sangre por mis venas, como cuando llegué mojándome a las 3 de la mañana a que me dieras el tiro de gracia.
La sonrisa que le regalas a otras personas aumenta la sensación de vacío en el vientre que en realidad no tengo, y produce los mismos celos elementales que sentía antes, porque no soportaba, en silencio, que alguien me “robara” la facultad de hacerte feliz... necedad por la cual, estúpidamente, lamenté alguna vez no ser Superman y tal vez no tener alas.
Quiero que de nuevo me hables, me escribas al celular, que me beses... Cuando me tocó estar separado de ti, en el cuarto, en la ciudad o cerca de la muerte pensaba que era lo peor. Ahora sé que es peor verte y que no me prestes atención;  ahora no puedo hacer nada, la impotencia también es mi enemiga en este momento.
Quiero abrazarte, tenerte, y decirte lo mucho que te amo. Al tiempo que pienso que me siento satisfecho porque cuando pude te lo dije... te lo dije muchas veces y hasta el día de hoy pienso que creíste en mí. También me demostraste que me amabas, y para mi felicidad pienso que de hecho fuiste mía y yo tuyo, y que nos amamos sin reserva hasta donde se pudo.
Hice lo correcto, tú eres el amor de vida y eso no va a cambiar, será así... Lástima que en el momento no te lo pueda transmitir, me lo impide esta realidad, porque no me escuchas, no te puedo besar y tu tampoco. Siento como si estuvieras ciega, y por si fuera poco el frío me está matando nuevamente. Siento mucho frío, y el frío me deprime. Aunque tus modos ajenos a mí me duelen más.
A veces lloro en silencio y derramo las lágrimas que no tengo, porque ahora todo es tan diferente que ni me puedo desahogar llorando. Pero eso sí, sigo aquí detrás de ti buscándote, a donde vayas ahí estaré, buscando el mejor ángulo para verte sin advertirme. Te acompañaré aunque lleguen los días en que ya no sea nada para ti. Te seguiré amando pese a seguir siendo, quién sabe por cuanto tiempo más, el mismo pensamiento errante en el que el azar me convirtió el día en que me morí.

El día que me mataron no tenía la menor idea de que esto me pasaría, lo cual, vengo a saber ahora, es algo común entre las personas que hemos tenido la misma suerte.
La historia la sabes casi toda:
Salí muy temprano a la imprenta para ver lo de una publicación especial para ti: tu libro, tu novela. En el camino fui víctima del absurdo azar. Personas que se enfrentan y dicen pelear por personas como nosotros, resultaron matándome. ¿Quiénes fueron? Todos saben pero no lo saben.
Al doblar la esquina de la casa, un fuerte golpe en la boca del estomago, me quito el aire y fui a parar dentro de un camioneta. No era el único. Yo era la compañía de otros tres golpeados y atados de manos. Por sus rostros sudaban a miedo y muerte.
El camino no lo recuerdo, ya que el tiempo se convirtió en verdugo y mi sentido de orientación perdió su funcionalidad. Uno supone que la oscuridad se acerca. Hombres completamente vestidos de negro y apuntándonos con armas cortas nos gritaban que bajáramos la vista.
Cuando pisamos tierra, me pusieron un pañuelo con el que vendaron mi cara, esa fue la última vez que ví con vida algo, pero antes sequé mi sudor. Estaba helado. Se apoderó de mi un frío de terror, desde ese momento sentí mucho miedo, pero no tanto como el que me esperaba y siento ahora. Comencé a sudar y contrario a los demás que reventaron en lloriqueos, estuve atónito, mudo, con el estomago muerto. El terror no me había hecho entender que estaba en muy serios problemas.
El “comandante” llegó minutos después, escoltado por varias camionetas que irrumpieron en el lugar con un ronroneo abrasador. Nos hicieron comparecer uno por uno ante él. Yo fui el primero. Me preguntaron pormenores de las demás personas, y le expliqué que no sabía nada de ellas; pero el “comandante” después de advertirme que no tratara de salvar a mi “amigo” y que no ocultara nada de lo que supuestamente sabía de los otros, notificó mi destino en el tono más grave, aterrador y cruel que recuerdo haber escuchado en vida.
—Están en problemas y los vamos a chingar.
El miedo de esas palabras me hizo creer que me estaba mirando fijamente, creencia que segundos después afirme por estos gritos:
—Además esto es consecuencia de los escritos que haz publicado en ese periodiquillo. ¡Mira que criticar a tu propio gobierno! El problema no es que la gente te lea... ¡¡¡Casi nadie lee!!!. Sino el eco que se empieza a hacer y que cuestiona a la poca gente que piensa. Así comienzan algunas revoluciones, lo malo para el que las genera, es que no ve ni goza en vida de esos resultados.
Su disposición para matarnos salió como una neblina de alcantarilla que penetró en mi ser hasta la fibra más profunda de mis pensamientos. Una gota de sudor helado salió de mi frente y rodó hasta donde pudo por mi cuerpo, tuve que apretar en no sé que parte para no orinarme, y reventé en un llanto suave, apretándome los dientes hasta que me sentaron de nuevo en la parte trasera de una camioneta.
Y ahí, hecho un manojo de miedo, indefenso y amarrado con la mente puesta en mi muerte, tus recuerdos llegaron como ráfagas, como flachazos de un fotógrafo desconocido. Es indescriptible la angustia y lo que diga sobre mi amor por ti y lo que sentía en ese momento es insuficiente, además de desnudar mi incapacidad de describir con palabras sentimientos tan fuertes, tan vivos y únicos.
Lo que vino después fue el proceso de calmarnos. Nos dijeron que fue una equivocación y que regresaríamos a nuestras casas sin problemas. Aunque nos mantenían vendados, según ellos para que no los reconociéramos y evitar futuros problemas. En el viaje de regreso decían que no podíamos decir nada de lo que había pasado, que nada de denuncias, que nos mantuviéramos al margen de cualquier acción contraria a ellos, que olvidáramos lo que pasó y que el que hablara se atenía a las consecuencias...

En esas estaban, cuando sentí el disparo.
Debí ser el primero porque no recuerdo haber escuchado más.
Entró en mi cabeza y sentí un fino hilo de calor en la abertura que produjo, precedido por un tremendo ruido seco dentro de mi cabeza que supongo ha de ver sido cuando la bala rompió el hueso de mi cráneo. Debo decir, que después, lentamente mi conciencia se fue enfriando al compás de las imágenes de mi vida... en las que nunca faltaste Mujer. De esta manera entré a este mundo frío en el que estoy.
Yo no sé que más va a pasar. Aquí la gente es amable y estamos más cerca de ustedes los vivos de lo que se imaginan, más cerca de lo que uno mismo se imaginó cuando era uno de ustedes. Aquí esta tu abuela Cucha, y un pequeño Angel con cara de niña que carga en sus brazos y pregunta por ti. No sé bien, pero aquí estamos todos como esperando algo, no sé qué exactamente, pero tengo miedo -que puedo soportar gracias a este angelito-, porque no se qué más pueda pasar. El hecho en sí de verte y no tenerte hace que me siga muriendo aún después de muerto. No se en que cosas de la razón me equivoqué, y eso hace más vivida mi real muerte. A veces me da risa, que te da frío o escalofríos cuando me acerco, como en las películas.
Para "salirte", tengo que hacer un curso intensivo de dos meses y ya me inscribí. Tengo ganas de hablarte y contarte un poco de cosas que nos preguntábamos cuando estaba allá, porque aquí a uno le resuelven las dudas, esa es una de las pocas cosas que me gustan de estar aquí... Quiero decirte, por ejemplo, que la respuesta a si alguien sentía el amor como nosotros es NO. La gente se quiere bastante, pero no en la forma en que nosotros nos amamos. Aunque ya me dijeron que en el curso le indican a uno que no compartamos este tipo de informaciones. Sin embargo yo no creo que vaya a cumplir con eso.
Voy a terminar ese curso porque te quiero decir lo que pienso... que me compraré un cometa y tal vez así te extrañe menos; que construiré un cielo para cuando vengas acá y que te extraño con todas las fuerzas de mi alma, incluso después de muerto.

PD: Es más fácil y trascendente llorar con las hojas de un libro, que con un disco duro.

domingo, 3 de octubre de 2010

Citas que me acompañan

"Sabemos todo, nos han dado toda la información, pero no nos han explicado nada. No puede explicarse. Creo que ésta es la única razón para dedicarse al arte, mostrar el absoluto misterio de las cosas".
John Banville

viernes, 24 de septiembre de 2010

Citas que me acompañan

"Que se narrara, lo que se dice narrar, esto debió hacerse en otro tiempo. Yo nunca he oído narrar a nadie". Rilke

 
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