"La vida sin música sería un error" F. Nietzsche
Recuerdo que más o menos cuando tenía cinco-seis años, mirando las caricaturas del canal 5 apareció un comercial que iba a cambiar mi vida. El anuncio comercial era sobre un disco de Richard Clayderman... las notas que alcancé a escuchar se quedaron en mi, y el deseo de seguir escuchándolas cobró tal fuerza que pedí me regalaran ese disco.
- ¿Y cómo se llama? -preguntó mi padre extrañado por la petición.
- No sé, sólo me acuerdo que es de piano y un señor que sale en la portada -fue lo que alcancé a decir con mi memoria a corto plazo traicionada.
Pasaron unas dos semanas y un disco llegó a la casa. La forma en que llegaban los discos a la casa familiar era conocida por nosotros: un enorme disco de acetato en una bolsa de papel. El disco lo saqué como pude de la bolsa y cuál sería mi sorpresa que NO era el disco. Cosa curiosa con el tiempo y mucho después de la adolescencia se convirtió en uno de mis discos favoritos, era la banda sonora de "El golpe" (The sting). Mi deseo de volver a escuchar las notas tocadas por el güero francés creció más.
Fue como al medio año que en unos XV años volví a escuchar esas notas de Balada para Adelina... fue en esa bodega que sirvió como salón donde volví a estremecerme con la música. Ahí mi padre obtuvo el dato y a la semana ya tenía el disco en mis manos.
Cuando lo puse en el tornamesa y empezó a girar... me recosté en el suelo para escucharlo mientras mis hermanos merendaban pan con mermelada o cajeta. En ese momento el mundo se detuvo o sólo puede decir que tal vez para salí por un momento de él. Lo sublime que fueron para mi esas notas marcaron mi vida y un deseo enorme de aprender a tocar el piano se apoderó de mi. Siguiente petición: un piano.
Por obvias razones esa petición nunca se materializó. Lo que si tengo que agradecer es la cantidad de discos que llegaron a mis manos para poner en el tornamesa y gracias al equívoco con el primer disco, se puede decir que nació en mi el hábito de escuchar verdadera música.
Con el paso de los años dejé de escuchar a Clayderman y aprendí que no era un pianista, sólo un interprete. Pianistas y músicos de los que he sentido esa pasión por la música y que de una forma u otra han dejado su huella no sólo en mi espíritu sino en mis "recopilaciones": Daniel Barenboim, Sviatoslav Richter, Rudolf Serkin, Borís Berezovski, Vladimir Ashkenazy, Sergei Prokofiev, Phillip Glass, Ennio Morricone, Gleen Gould...
Ellos están vibrado conmigo y su música... Ya no pongo música en un tornamesa, a veces en el celular o en el equipo de sonido.
Tal vez y ahorre... y algún día me compre al menos un teclado.
Ya no me recuesto en el suelo... de vez en cuando meriendo pan con mermelada o cajeta.
Tan fácil que se ve...