lunes, 11 de octubre de 2010

Historia de un concierto




"Todo encuentro casual es una cita"

Jorge Luis Borges


1.
Se ha mencionado mucho acerca del legendario concierto de Keith Jarret en la ciudad de Colonia y que lleva como título Köln Konzert. Es un concierto que no solamente cambió la historia de la disquera que lo produjo, ECM, sino una forma de interpretar el jazz de manera distinta, aunque los puristas digan lo contrario. Lo empecé a escuchar durante mi estadía en EE. UU. y con mayor constancia a mi regreso a México. Siempre me ha dado fuerza solo de escucharlo. Encuentro la variación e improvisación que tiene como elemento principal el jazz. Cada vez que escucho el concierto es distinto.Es mi compañero de mis viajes.

2.
Durante mi etapa universitaria fueron poco los esfuerzos que tuve al estudiar el idioma alemán. Me enfrascaba más en los libros de Borges y Cortázar. Así que clausuré el aprendizaje con el alemán. Sin saberlo aún, en el transcurso de mi vida conocería a Rilke, Celan, Kafka, Broch, Musil, Walser, Sebald, Benjamin, Jünger... Todos ellos edificaron su obra en lengua alemana. Con el tiempo, esa necesidad que le nace a uno por saber qué dice el texto original me llevaría a estudiar nuevamente el idioma. Pero ahora de manera solitaria, sin profesor e imponiendo una rutina y constancia en ello. Dice Fabio Morábito al respecto: “no hay mejor modo de abordar el alemán que como una adicción…Esas largas listas, más odiadas que amadas, eran el cilicio que daba a mi aprendizaje un toque espiritual, casi heroico. Yo no las repasaba, las rezaba”. Cierto que existen personas que logran hablar más fácil el idioma que otras. De ahí que Borges mencionara la elección de éste idioma, aunque se perdiera “en la selva de las declinaciones”.

Dice el cineasta Jean Luc Godard que somos esclavos del azar y en una ocasión conocí a una persona en el Aeropuerto José Martí, en La Habana. Intercambiamos mínimas palabras, además de nuestro correo electrónico. No sabía que esa persona hablara español. Con el tiempo supe que vivía en Alemania, en la ciudad de Colonia. Las visitas fueron de ida y vuelta entre nuestros respectivos países. Mis viajes a Europa tenían como punto de llegada su aeropuerto o estación de trenes. Leía a la ciudad, mientras caminaba. La primera vez que estuve ahí me detuve algunos minutos al ver su catedral, en un invierno en el que estábamos a -15° centígrados, mientras las palabras me abandonaban en ese momento. El gusto por ese lugar fue acrecentándose y la ciudad se me aparecía en las imágenes, en autores que descubrí y que vivieron ahí; pero siempre aparece el nombre de Köln: es como si la ciudad no quisiera que la olvidara. Por poner un ejemplo, está en ese libro que descifra pasado, presente y futuro , y que se titula 2666 de Roberto Bolaño. Al igual, hace un par de meses mi amiga Érica, que reside en Barcelona, me envió una imagen de la fotógrafa Dorothea Lange y que se muestra en el Ludwig Museum, en Colonia. Y especialmente en un libro que me regaló mi padre que se traduciría al español como Alemania en imágenes. La portada del libro aparece el puente que une al Centro de Colonia (Altstad) con la periferia, y que fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial; pero aún era muy niño para saberlo.

La gente que he conocido en Colonia ha sido de lo más cordial. Con el tiempo tuve la oportunidad de trabajar por dos semanas en esa ciudad. Todo comenzó con el intento de estudiar el idioma y terminé éste verano por trabajar allá. En julio los universitarios muestran su agrado por sus breves semanas de calor. Hacen reuniones al aire libre y en los bares por la noche se cobra una segunda existencia. A la gente se le ve alegre cuando el verano llega e irritable al finalizar el extenso invierno. Me gusta salir por la tarde y noche siempre a sus bares o cafeterías. Subirme al tren y descubrir la puntualidad a la hora que se llega a cada estación. Caminar en el invierno en la ciudad me produce un placer único, a orillas del río Rin, mientras el aire golpea mi rostro, elijo un lugar, de los diversos que existen, para tomar un espresso. Escucho los diferentes idiomas de las personas y anoto en mi libreta las ideas o historias: en ese momento la imaginación está al límite.

Todo esto lo escribo mientras escucho Köln Konzert y los aplausos infinitos me sacuden de éste viaje mental y me pongo de pie para aplaudir.

2 comentarios:

Víctor Victoria dijo...

Marco:

Ahora soy yo el que se pone de pie ante los devenires que a veces nos juega aquello que Julio Scherer llama: "La terca memoria".

¿Qué hacer ante la música que nos cimbra y nos reafirma?
¿Qué hacer cuando ésta termina?

Gracias por mostrarme esta magna obra.

Marco Valdés dijo...

En obras así me acuerdo del libro La muerte de Virgilio de Hermann Broch. Virgilio que crea la Eneida quiere destruir la epopeya para que no caiga en manos de Augusto. Y éste último quiere usarla como símbolo del Imperio Romano. Pero semejante poema ya no les pertenece, ahora es de todos. Cierto, cada uno da el significado, pero la obra está ahí para quien quiera apreciarla.

Cuando el concierto acaba, le doy un replay infinito y es como si lo escuchara por primera vez. De eso estoy hecho mi querido Víctor, de lo escuchado, de lo leído,de lo visto, de los viajes, del día a día, de las conversaciones que tengo con usted o con Luis, o cuando converso con un libro. Todo esto me reafirma y me convierte en la persona que conoces.
Cada que una obra (en sus diferentes vertientes: música, cine, libros,pintura, etc.,) me reafirma o devasta, dejo que cumpla su cometido, es decir, que el placer llene mis sentidos.

 
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